La revelación de Jesucristo, en sus siete iglesias pte 4

Revelación de Juan apóstol.

Juan recibió la revelación de aquel, que en su imagen, manifestó la más perfecta instauración proyectada en sí mismo. Y como Jesús queriendo desde el principio, que todo fuese perfecto, como en su equivalente a su imagen: creó al hombre primero en el paraíso, sin pecado y perfecto más como alma viviente, ya que tendría que ser por su propia voluntad el ser, a imagen de Dios, no por su propia potestad, más por la gracia y soberanía de aquel, que por sobre toda manifestación e existencia de poder, es perfecto en sí mismo, Él mismo Dios; el cual está más allá de toda realidad.

Lo perfecto desde el comienzo

Al comienzo; El Verbo creó cielos y tierra. Pero para crear lo perfecto e indestructible, lo hizo, proyectando su imagen en modelo de su propio cuerpo; así Dios creó al hombre como propósito de sí mismo en Él. Mas como lo hizo después del hombre haber pecado en el jardín y para que este pudiese ser perfecto, le pareció a Dios; arquitectura perfecta, que el mismo que cayó en la muerte por la transgresión, muriendo, se tornase perfecto en la expiración y resurrección del Cristo prometido.

Porque la promesa fue hecha a Abraham y a su descendiente, por la fe de este. Dios lo escogió como primicia de los que creen, para que así todos los que tienen fe, sean considerados dueños de la promesa como Abraham. Así todo el que cree, muere como hombre natural y vive en Cristo, para la eternidad.

Por eso, Jesús pasó por la muerte, para que al vencerla; todos pudiésemos vivir en Él y con Él en su resurrección. Por eso al hombre le es imposible el resucitar sin Jesús, ya que el cuerpo del ser humano en corrupción, tiene por prisionera el alma, en todos los días en que el hombre vive en el mundo.

“Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. Romanos 8: 3, 4

Dios dice en su palabra, que el pecado es condenado en el cuerpo del pecado, para que la justicia de la ley se cumpla en nosotros, ya que no andamos según la carne que muere y si según el Espíritu de Dios, que nos vivifica para la vida, en el cuerpo futuro de Cristo.

Nosotros los restaurados y vivificados en Cristo, también morimos en este cuerpo y somos resucitados para la vida eterna en Él.

“Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas.
El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias”. Apocalipsis 1: 19, 20.

A Juan le fueron dadas estas revelaciones, como testimonio a la iglesia, él al presenciarlas, las vio como eventos y acontecimientos presentes. El espíritu del profeta fue llevado en revelación, en todo tiempo, durante y después del cumplimiento de las profecías de Dios, dentro de la iglesia en la tierra y en la vida futura con la gloria de Jesucristo.

Los redimidos; como estrellas en la mano de Dios, brillan y serán el reflejo de Jesucristo, para toda la eternidad. Como hijos de Dios actuarán en la vida futura, en las manifestaciones de la vida siguiente, manifestación en el tiempo de Dios, en sus obras, duraderas en tiempo real y presente, incorruptibles en una gloria, no discernida en el tiempo contemporáneo.

La eficacia del poder de Dios en nosotros, en el tiempo vigente de su santidad, consigue, el modelo perfecto de construcción a su voluntad y similar a sí mismo, divino, por ser a su semejanza. Siendo así, hizo Él en el cuerpo de la iglesia, una transformación, cambiando al creyente redimido y en el poder de su Espíritu Santo, estrella que alumbra desde sus manos en el firmamento eternal prometido, como futura recompensa, a nosotros sus escogidos en la perpetuidad.

Los Candeleros:

El candelero, en su forma útil en este mundo: sirve para iluminar en lo oscuro, así lo que antes de estar iluminado, permanecía en las tinieblas, cuando es encendido por aquel que lo porta, que es aquel que tiene el poder de encender o apagar el candil, alumbra las penumbras.

Lo existente en la oscuridad, es como si no fuese, ya que la realidad cuando se encuentra en las tinieblas, no puede ser apreciada ni vista por los ciegos y esto por la falta de luz; lo existente que no se ve, solo se puede presumir en sus formas.

La oscuridad deja ciego todo hombre, o ser vivo, imposibilitándolo de saber lo que hay a su alrededor; como también este no puede conocer su propia forma, o el modelo de su propio cuerpo, con esto: solo le queda al que no ve, intentar conocer lo posiblemente existente, lo que hay, o por haber, a palpas.

Por esto es, que los que no ven, cuando todo está en la penumbra a su alrededor, jamás podrán conocer la realidad y la verdad, sin que esto venga a ser posible, solo a través del poder de la luz; la misma, que en el mundo natural, es permisible a nuestros sentidos, por la acción del sol en el día, o la luna, o las estrellas en la noche, o como también: por el Candil usado por el hombre en su casa, para alumbrar las penumbras después del ocaso del sol.

La luz en el espíritu.

Ahora en el mundo, los hombres para iluminar el alma y vivir en espíritu; necesitamos el sol de la justicia, que es Jesucristo, el bienaventurado candelero iluminado por el propio espíritu Santo de Dios. 

El hombre necesita en el mundo, mientras está en la esperanza de la vida futura con Cristo, de ojos espirituales para poder ver, más para eso ser posible; debe de haber luz en él e iluminación por el Espíritu de Cristo; como lo es la del sol en la tierra, la cual debe iluminar primero para disipar las tinieblas y así el hombre como toda criatura, consiga distinguir y ver a su alrededor. Lo mismo sucede con todo lo que hay en la tierra de los seres vivos, debe haber luz y ojos para ser distinguido y visto, como apreciado. Mas no todos los ojos consiguen entender lo mismo de lo existente; el alimentado por inteligencia y vida, siempre verá según la realidad, ahora el que no, solo observara las formas, sin entender la realidad escondida, que solo puede ser apreciada por aquel que tiene el poder de la inteligencia de Dios.

Como en los ejemplos dados anteriormente, comparamos el candelero, a la iglesia y a su luz, al Espíritu Santo, que ilumina toda alma redimida en la presencia del Altísimo. Con esto entendemos, que así como el sol dando su luz y calor y con esto toda la energía vital a la tierra, para que toda la vida se manifieste; así todos los que somos vivificados por Dios: precisamos de su luz, emanada por su Espíritu Santo, el cual es el mismo que da vida animada y la vida en espíritu, llamando a existencia, a todos los que hemos nacido de nuevo; con Él somos la luz, que ilumina desde el fuego del candelero, esto como alegoría de lo real, el cual es citado en los versículos diecinueve y veinte del capítulo uno, del libro de las Revelaciones. Por lo tanto: todos debemos tener los ojos espirituales, para poder ver en el poder del Espíritu Santo de Dios.

“Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero.
La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera”. Apocalipsis 21: 22, 23.

La revelación de Jesucristo, en sus siete iglesias pte 3

El dios de este siglo, los demonios, los dioses que no son dioses; destruidos por Jesús.

“En los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”. 2 Corintios 4: 4

La imagen de Dios es, la forma de Cristo en su iglesia

El Espíritu de Dios en los hombres escogidos, forman la imagen del Salvador; es por los cuales Jesús viene en rescate, vendrá con todos sus ángeles, para ser glorificado en sus santos. También en su venida destruirá los hijos de maldición, que sufrirán condenación eterna. Los mismos que fueron cegados y engañados por el dios de este mundo, el cual hizo su imagen en todos aquellos que se convirtieron en la bestia.

El Señor Jesús, es la imagen del Dios vivo y los hombres escogidos, imagen de Jesús.

El Señor Jesús y su presencia en los cielos y en la tierra, en los siglos presentes y venideros, por medio de su Espíritu Santo y su iglesia, esposa del cordero.

“Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.
Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,
que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea”. Apocalipsis 1: 9-11

Juan; como participante de las revelaciones del evangelio Eterno de Dios, describe aquí: los misterios revelados en su tiempo y a través del caminar de la santa iglesia, a sus profetas y siervos. Este profeta, prisionero en la carne, como todos los hombres por el pecado natural, más libre en Cristo, por el poder del Santo Espíritu; testimonia las realidades, que vendrían como acontecimientos en su tiempo presente y futuro a la iglesia.

La palabra de Dios en la biblia, nos enseña que el testimonio de Jesús, es el espíritu de Profecía, Apocalipsis 19:10, C.

Visión Profética.

Juan dice: en Apocalipsis: 1: 10.  “Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor”.

Al recibir las visiones, el espíritu de Juan, estaba: en el Espíritu de Dios, en el día de Yhoshua el Eterno. Día y tiempo de Dios, en la consumación de los hechos de la instauración. En el trayecto y aún en tiempos de la creación pasajera, a la espera de la venidera, para que, en el día del Señor, pudiese ser vista en ella toda revelación de los acontecimientos, de las realidades y verdad por venir. Momento en el tiempo del poder del Espíritu de Dios, donde Juan y toda la iglesia en los siglos venideros, viniesen ser testimonios de los misterios a ser revelados, ocultos en los tiempos pasados de la creación, más manifiestos en el día del Señor.

El día del Señor: es el tiempo, en donde hay un encuentro entre Dios y los hombres, tiempo fuera del tiempo material, más real en el invisible al mundo, ahora por misterio manifiesto en el Espíritu de Cristo, a la iglesia, esposa del Cordero. (Apocalipsis 21: 9 +)

Juan escuchó la voz de Jesús, detrás de él, voz del Cristo Salvador, esto fuera de cualquier suceso o realidad natural, o espiritual humana; para que todo lo que el profeta viniese a observar, lo hiciese, por manifestación y poder de Dios (Apocalipsis 1: 10). La trompeta de Dios, la palabra, fue la que, al ser escuchada por Juan (este siendo instrumento como hombre, así como todos los hombres siervos de Jesucristo lo somos),  El Espíritu Santo en Cristo; se manifestó en visiones reales, mostrando y expresando la magnificencia de Jesús, en medio a su iglesia y en el mundo natural, como espiritual, en el curso de los eventos presentes y por venir en la tierra.

Al mismo tiempo, conjuntamente con todas las maravillas, Dios, proclama ser, el Alfa y el Omega, el principio y el fin; con todo esto, nos demuestra lo absoluto, en su presencia divina; en donde el propio tiempo de Dios en su día, es fuera de las épocas y sucesos naturales, inclusive los espirituales celestes con sus criaturas, presentes en la realidad existencial, o como también; en las regiones espaciales fuera del universo palpable, antes mismo de la plena manifestación de Cristo, materializada divinamente y espiritual, a toda criatura, de este mundo y del por venir, todo por medio y obra en su Santo espíritu, dentro de su iglesia.

El libro que Dios manda para ser escrito; son las propias profecías escritas del Apocalipsis.

Palabras vivas del Espíritu Santo de Dios, impresas en el escenario sublime del Creador, en poder, en las almas que viniesen a escuchar, para que las mismas verdades una vez creyéndose y contactándose en la creación, primero en el hombre y después en todas las  potencias, en las regiones celestes; la misma palabra, se manifestase como observancia y realidades, siendo esta la misma verdad absoluta de Dios, revelada, en todas las formas vivientes existentes, en los cielos y en la tierra.

 Ahora en los tiempos presentes, la revelación de Dios en Jesucristo, es como ley absoluta vivida, presenciada y comprendida por su iglesia, que es su cuerpo; desde el principio, como proyecto en Él mismo, en la proclamación de su palabra, para revelación de todos los misterios en sus siete iglesias, que es una, en un Espíritu, el cual vivifica a todos en la tierra, a un mismo espíritu reunido en el hombre, el cual es uno solo en Él, en las millares y millares de almas de los hombres, santificadas en una sola entidad, que vive en Cristo, para su honor y gloria; por los siglos de los siglos, en toda la eternidad.                         Cuya prolongación infinita de dicho gozo, es glorificación en Cristo, en plena complacencia y perfección en el maravilloso Dios, en su cuerpo, que es Cristo Jesús, también su santuario con nosotros, los redimidos por su sangre derramada, para el perdón de los pecados de todos los hombres, que lo amamos y adoramos; los mismos que fuimos rescatados de la tierra, para su honor y gloria, amén.

“Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,
y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro”. Apocalipsis 1: 12,13

Lo primero que ve Juan al volverse, según el verso doce de Apocalipsis uno, son los siete candeleros de oro y también al instante ve, al que hablaba con él y mostraba la realización en los tiempos, de los sucesos vivos; existentes del presente y los que habrían de venir.

Los siete candeleros de oro, son la iglesia del Señor, también por entre los cuales, el Verbo transita en su gloria; semejante al Hijo del Hombre, porque en su propia similitud fuimos hechos, para que nosotros similares a Dios en el Hijo y Creador, fuésemos parte de su cuerpo y estuviésemos para siempre, como en los candeleros de oro, en la gloria de ser en torno de Él, parte de su maravillosa creación y establecimiento de su santuario eterno, y con Él, hijos en adopción del Dios Todopoderoso y Señor.

El cinto de Oro:

El maravilloso y misericordioso Jesús, lleva en su pecho, el símbolo de poder y gloria, galardón divino; de aquel que tiene todo el poder y sabiduría. El Señor; está antes, durante, como igualmente entre todos los tiempos, también épocas; de las creaciones espirituales y terrenas, como también Él es creador de todos, de las potencias en las regiones celestiales, ellas, criaturas espirituales; asimismo de los hombres, herederos por Él mismo, de la salvación.

 
“Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego”. Apocalipsis 1: 14

El Señor Jesús, es la cabeza de su iglesia:

En su gloria; los cabellos del Señor son blancos, como blanca lana, como nieve; ellos son corona de gloria, por su santidad y pureza, por el mismo resplandor de su maravillosa presencia, corona de rey de reyes. La misma cabeza es la que está por sobre todo poder, en la tierra y en los cielos, símbolo de majestad y muestra de poder en el dominio de todo lo existente y por existir, en las criaturas hechas para su honor y gloria; cabeza que tiene toda inteligencia y sabiduría de todas las conclusiones existentes, físicas y espirituales, hasta de todo pensamiento o idealización perfecta; de la propia construcción del santuario de Dios y de su ciudad celeste. El cabello blanco de Jesús, también es el fuego del poder de Dios, luz inagotable que ilumina la creación divina, que mueve los cuerpos inteligentes de la creación, sus sacerdotes, creaciones suyas que se moverán a través de su inteligencia divina. Su cabeza con su cabello es: Poder insuperable e infranqueable, por todo y todos, por estar allí la mente de Dios. Nadie puede manipular o controlar la mente del Señor.

“Y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas”. Apocalipsis 1: 15

Los pies del Señor Jesús

Los pies del Señor están sobre todo lo ostensible, en los cielos y en la tierra así como del mismo modo, debajo de ella. Son los que muestran el camino de la perfección, de lo que existe y preexiste, que marcan las sendas de todo lo que vive. Los pies del Señor, son los que andan en las veredas de la justicia, la paz y la vida. Los pies del Señor son los únicos que no se desvían de la verdad y la vida, son los únicos que encaminan a la gloria, de la cual Él es el Señor y Dios. Los pies del Señor están sobre todas las realizaciones, hechas y por hacer. Nadie ni nada, puede ser eterno o subsistir si no va, en el camino del Señor, en el cual están sus preciosos pies, sus pasos que marcan los caminos de todo lo que es y por haber.

“Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza”. Apocalipsis 1: 16.

Las siete estrellas y la espada aguda:

La derecha del Señor: es el punto de partida de la creación de Dios, como también donde todo lo perfecto y lo sublime es creado; como igualmente lo que permanece y es sustentado en referencia a lo perfecto de Dios, es el formato exacto de la creación, en su santo amor; como el tiempo de toda conclusión instaurada, lo es a Su derecha en Su día, en Su propio tiempo.

La diestra del Señor, es donde su persona y manifestación preferente, está arriba de todos los cielos; por sobre todas las cosas creadas.                   

 Asimismo la derecha del Señor es: la construcción de los hechos, de su creación, en su propia revelación en las obras.

Es Todo; como inicio y fin, en sus pensamientos, para concluir los proyectos propuestos, antes de los tiempos existentes; conclusiones para la manifestación de su perfección en sí propio y en los espíritus de los hombres perfeccionados en Cristo, obra hecha, por su infinita sabiduría y misericordia.

Quienes son las Siete estrellas?

Las siete estrellas; son los ángeles de Dios, andando entre sus siete iglesias, en los tiempos de su instauración, así mismo como sacerdotes del santuario, transitando y sirviendo en el templo, como los espíritus de Dios, hombres movidos por el Espíritu Santo, caminado en medio de la iglesia, los propios hombres glorificados por la infinita bondad del Creador, que en la mano derecha del Verbo; son encaminados en toda sabiduría y santidad, para hacer su voluntad, en los tiempos de la redención de su iglesia.

En su mano están sujetos en perfección, a la divina instrucción del príncipe y Señor de la salvación, son conducidos en su diestra, en todos los tiempos en la cual los hombres esperan, por la manifestación plena, en el Verbo, es decir para la revelación como hijos de Dios, por Cristo; autor y creador de las obras hechas en su iglesia; El propio, como Padre Eterno y donador de la vida.

La boca de Dios:

La boca de Dios: es poder y gloria, constructora de lo palpable y lo insondable, es llama de fuego, por su perfección, amor y sabiduría. Por ella Dios hizo el universo y los cielos. El calor del sol o el brillo de las estrellas, todos, nada son en comparación para tal poder y maravillas.

Si el hablase y se manifestase en toda plenitud, frente a los hombres, todos los elementos se desharían, se transformarían, de sólido en lava ardiente y la creación desecha se esfumaría, al resplandor de su presencia.

Nada puede ultrapasar el poderío, sabiduría y majestad, que sale de la boca del Creador, Él, Dios; es la consumación de todo, la plenitud inescudriñable por cualquier criatura, es omnisciente y preexistente a todas las cosas; las cuales planeó para sí mismo en el Verbo, su palabra, que por su boca, es una espada aguda, la cual es y está, precedentemente de cualquier manifestación, en la creación palpable o espiritual.

Así como grande es la fuerza del sol sobre la tierra, para animar las formas de vida y lo que existe en la naturaleza, como alimentar con su luz y calor todo lo que coexiste, tanto en la tierra como en los mares; así el Creador, es la fuente de toda vida, tanto en los cielos como en la tierra.

La presencia de Dios:

“Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y Él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;
y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades”. Apocalipsis 1:17, 18

Por más que creamos que podemos ver a Dios en plenitud, esto no es más que una pretensión de lo mortal en nosotros. Dios prescinde su imagen en una forma en que se quiere mostrar y la que nosotros, los escogidos, podamos conocer y asimilar su infinita perfección. 

Dios es una naturaleza superior, no solamente a la que conocemos en nosotros mismos o en el universo perceptible; mas a toda criatura espiritual, sean estas potencias, alturas, larguras, extensiones, ángeles, arcángeles, querubines, profundidades, o todo y cualquier otra criatura sea de este mundo, o que habite en los cielos.

El apóstol Juan cayó rendido a los pies de Jesús, sin fuerzas ante la presencia maravillosa, sublime del Señor, que trasciende a todo lo que existe y lo que vive. Es; presencia absoluta, que ostenta toda sabiduría y conocimiento con todo el poder, en todos los tiempos, prexistentes, presentes, así como también, puedan ser.

La mano de Jesús: Apocalipsis 1: 17

En la revelación; el Señor colocó su diestra sobre Juan, cuando desfallecido cayó a sus pies, para este poder soportar su divina presencia. Así también para enseñar toda su iglesia, que al leer esta palabra, aprendería maravillándose, que es el Señor, aquel que tiene toda fuerza y poder.

En su diestra el Señor, mueve animando lo que vivificó, con ella llama a la existencia toda la creación, le da la vida a todo ser viviente y sustenta el universo; puesto que es así mismo, que el Señor le da fuerza a su iglesia.

Con su diestra el Señor, conmueve de vida y poder sus ungidos; al dotarlos de autoridad por medio de su misericordia, les da la razón de vivir como hijos, les entrega el don de amar y de capacitarlos; para estar delante de su presencia y así todos puedan conocer, al príncipe de su salvación.

La diestra del Señor es la que nos acoge en Su día, la cual nos guarda en su refugio Eterno, la que nos conducirá y respaldará para toda la perennidad, en su gran amor.

El infinito Señor es la fuente del amor, el propio, es perfección absoluta, que al entrar en su templo, en las almas de los hombres llamados a salvación y para ser hijos y sacerdotes del Altísimo, los transforma en vertientes de gozo, en el amor perfecto y absoluto de Dios.

El alfa y el omega:

Él, es círculo en donde todo es inicio y fin, el comienzo que está en inconmovibles tiempos, a no ser en la manos del mismo; porque para el mortal, objeto vivo en el transcurso real de las cosas propuestas por Dios, el propio, no puede comprender el punto de partida de lo movible y existente, le es imposible iniciar su entendimiento o comprensión de la creación.

Ahora para Dios, lo creado por Él, está absoluto en los hechos instaurados, en lo espiritual y lo universal palpable, en un solo tiempo, como comienzo. Los hechos en el linear del tiempo, son para Dios, como si todo estuviera en un círculo para Él, en donde el espacio se transforma: cosmos inaugural en un punto sin ser el fin, o el inicio.

Si miramos un anillo con atención, vemos que él es igual en todas sus partes, no se puede distinguir ni su inauguración ni fin. Así es Dios en todo lo que existe, mira desde el exterior y en su propia creación, observando ella toda a la vez. Lo que no es para las criaturas, ni tampoco para lo palpable, en donde tienen ellos, su punto fijo de tiempo en lo creado.

Las maravillas de Dios, solo pueden ser presenciadas en su propia obra perfecta. En su modelo excelente de la creación, nuestro Señor Jesús, el cual en sí mismo planeó la figura sublime de la fundación, de la presente y futura creación eterna, mansión indestructible, bella como en excelsitud, con toda su sabiduría, en la manifestación del Verbo, como cuerpo en Espíritu, en la perfección de lo inimaginable a todo ser, para ser contemplado, adorado, vivido y apreciado por los escogidos, en todos los siglos para la eternidad.

Jesús el que vive para siempre:

Los mortales sabemos que nuestra existencia es finita, comprendemos nuestra naturaleza en corrupción. Apreciamos el presente, como si apuñáramos un poco de agua en nuestras manos, la cual se extingue al derramarse sin sustento en su forma, o en su tiempo de figura compacta.

El tiempo para el hombre, siempre es presente en cuanto a sucesos y hechos, más pasado en obras muertas; por ser la ocasión del espacio tiempo, irremediablemente irrecobrable, por no tener sustento en la vida perfecta de Dios, por no ser la materia incorruptible; así el alma prisionera al cuerpo natural, no tiene el escape al mundo espiritual, por sostenerse momentáneamente en lo pasajera y corruptible y deletérea. Invitado el hombre por Dios, a vivir perpetuamente, tiene la esperanza en Cristo, el que vive para siempre, el mismo, quien propuso en sí mismo, la mansión perfecta, para Él convivir, coexistiendo en los hechos de la creación, como también en sí mismo, adoptar las almas de los perdidos por el pecado.

En lo que respecta a los ángeles santos, llevarlos junto a su iglesia; a la sublime habitación paradisíaca, la Jerusalén celeste; mansión de los que antes eran muertos y ahora vivos, pertenecen a la gloria de Dios en Cristo Jesús. La cual alumbrará como sol de la justicia perfecta, la Jerusalén celeste, la misma que será refugio y castillo fuerte indestructible, de los hombres sacerdotes de Dios e hijos del Altísimo, junto a los ángeles mensajeros en toda obediencia, en las ordenanzas del excelso Dios, en todo el tiempo de la creación propuesta, para la realización por Él de su obra perfecta, concluida en Jesucristo. Ahora en nuestro tiempo con Cristo, los ángeles escogidos de Dios, adoran en huestes, los millares a Dios, alrededor de la ciudad celeste.

Glorificación al Verbo, manifestación del Padre.

Bendito es el que vive para siempre y los que vivimos con Él para su gloria Eterna, en la edificación perfecta de su obra en Cristo. Obra de la que somos parte en el Verbo, en el propio Dios, que se mostró a la creación, para rescatar los que permanecíamos en la muerte, ahora vivos en la sangre derramada del Cordero.

Tu Señor Dios que andas en el medio de tu iglesia y nos das de tu Espíritu Santo, para la vida en gozo; supremo poder venido de ti, para aquellos que escogisteis antes de los tiempos propuestos y manifiestos, para ser tu imagen en tu poderosa obra, en poder de Dios. Todo lo hiciste para tu gloria y por amor a ti mismo y a tu creación en los hombres; tu cuerpo en tu iglesia, copia perfecta en ti mismo, construcción de tu templo santo, modelo hecho en ti, oh Dios Todopoderoso. Gracias a ti estamos guardados y vivificados en tu amor santo, así también esperamos tu gloriosa venida y transformación en cuerpo, como ya la tenemos en espíritu; nos hicisteis piedras, en la construcción de tu templo santo, en ti, piedra viva y angular, que sostiene toda la perfección de tu creación, para la manifestación de la obra más perfecta, de todo lo creado por ti. Tú eres mansión celestial, edificada por el poder de tu palabra y toda sabiduría, para manifestar tu perfección, en los hechos de tu inteligencia divina.

Jesús es el que vive y estuvo muerto

 Jesús es el mismo, que antes de manifestarse en medio de Israel; había creado los cielos y la tierra, con todo el universo visible e invisible.

En el principio, en la propuesta creación por Él mismo, era el Verbo de Dios, que en todo estaba, para realizar las obras por Él proyectadas; el Verbo que estaba con Dios y era Dios: Creaba al comienzo, en perfección, el espacio con todas sus dimensiones y los diferentes modelos de la naturaleza espiritual; que albergaría a las criaturas hechas por Él. Como construcción en reflejo de su sabiduría, Dios, hizo los ángeles; como jardín de bellas y perfectas flores en la naturaleza de matices, dotados de hermosura diferencia e igualdad en la perfección y la preciosidad. Todo esto; para servir estas criaturas al creador. Cuidando de su más perfecta instauración y creación, el hombre, modelado en la figura del propio Dios. Para que en el fin del propósito inicial, como perfección y modelo perfecto de la imagen de Dios, el hombre, se tornase habitación y templo del Altísimo, en medio a la expansión de su perfecto universo, modelo como figura en sí mismo, para reinar en la eternidad en tal excelencia.

En el comienzo de la creación, en el paraíso; cuando Dios creó a los ángeles, a ellos, Dios los formó de la tierra del Edén (Génesis 2:19,20).  Al hombre Dios lo formó de la esencia de la tierra, del polvo, para después colocarlo en el huerto que estaba en el Edén (lugar en el cielo) (Génesis 2:8)  También Dios tomó la mujer, no de la tierra del huerto, o de la esencia del polvo, como Adán, más la formó del propio hombre. (Génesis 2: 20, 21, 23)

La revelación de Jesucristo, en sus siete iglesias pte 2

El ángel que es como una nube; ¡jura que no hay más tiempo!

“Y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más”. Apocalipsis 10: 6

El tiempo fue cortado, en el momento del anuncio del mensajero, el testimonio trae, la abreviación de los tiempos en la tierra y en los cielos, como la consumación de la voluntad de Dios, en toda manifestación natural y espiritual, en el universo.

Anuncio por el mismo ángel; sobre la consumación de todas las cosas, al toque de la última trompeta.

“Sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas”. Apocalipsis 10: 7

Cuando todos los ojos, se vuelvan hacia la gloriosa venida de nuestro Señor Jesús, entonces se cumplirá la promesa de Dios a sus Santos. En ese tiempo, maravillados los hombres de salvación como de perdición, se arrodillarán ante el Todopoderoso Jesús, pero todo esto será en un abrir y cerrar de ojos, los benditos de Jesús seremos llevados por Él a los cielos y los malditos dejados para el sufrimiento eterno. La bestia y el falso profeta; batallarán con sus demonios contra Jesús y su iglesia, serán derrotados y lanzados al lago de fuego. Apocalipsis 19: 17-20, pero un resto será dejado para el tiempo de Gog y Magog, ver Apocalipsis 19: 21.

Los mensajeros de Dios, como carros de fuego.

Cuando Elías fue arrebatado:

A Elías lo arrebató Dios, a través de un torbellino, con sus ángeles, sus carros de fuego, su gente de a caballo, o sea, poderes celestiales de Dios, de fuego de Dios; Ángeles viniendo en poder de Dios, como nubes. En las nubes los poderes angélicos son los Carros de Dios, los Ángeles con Él.

Así apareció Dios y se mostró a Elías como a otros profetas; así será también en la venida de Jesús, en busca de su iglesia.

Los poderes angélicos son los Carros de Dios, los Ángeles con Él.

“Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino.
Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio; y tomando sus vestidos, los rompió en dos partes”.  2 Reyes 2: 11,12

Las potencias de Dios como carruajes, que Dios, por sobre ellas, muestra su majestad.

“Que establece sus aposentos entre las aguas, El que pone las nubes por su carroza, El que anda sobre las alas del viento;
El que hace a los vientos sus mensajeros, Y a las flamas de fuego sus ministros”. Salmo 104: 3, 4

Poderes espirituales, Montes altos, fuerzas opositoras, como también los carros de Dios, potencias angélicas.

“¿Por qué observáis, oh montes altos, Al monte que deseó Dios para su morada? Ciertamente Jehová habitará en Él para siempre.
Los carros de Dios se cuentan por veintenas de millares de millares; El Señor viene del Sinaí a su santuario”. Salmo 68: 16, 17

 Los poderes espirituales y los montes como hombres, actúan en conjunto y en concordancia, en la destrucción del pueblo escogido; son los mismos que envidian a los montes de Dios, a los elegidos de entre la tierra para Dios, también son enemigos, oponiéndose siempre al Altísimo, queriendo así destruir su santuario, al monte Sion, que es el templo de Cristo y su iglesia.

Los hombres y huestes malignas, bajo el control de Satanás, actúan como potencias en los mundos celestes y en la tierra, para en su intento de destruir la iglesia del Señor; estos mismos montes o naciones, los cuales son hombres de maldición, en conjunto con los ángeles caídos, se congregan y entran en batalla contra el monte de Dios, que es Sion, su iglesia, Israel. La bestia desde la tierra en conjunto con los poderíos y principados, interactúan desde el mundo espiritual, para la dominación de lo establecido en el universo.

Los carros de Dios o potencias, los millares, socorren y combaten por la iglesia del Señor. Con el mismo Todopoderoso en el control, de toda batalla, por las almas de los elegidos. Viene del Sinaí a su Santuario, o sea, desde su trono a la tierra, hasta su Pueblo su Tabernáculo o templo, en las almas de los escogidos.

La venida del Hijo del Hombre:

“E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas”.
“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”. Mateos 24: 29, 30, 31 También Marcos 13: 26, 27, Lucas 21: 27, Hechos 1: 9, 10, 11

  Cuando sea el tiempo de la venida del Hijo del Hombre, donde esa venida será luego, después de la gran tribulación (no antes); esto acontecerá en la noche del tiempo, en las penumbras de la tierra. En la época, que el hombre se haya bestializado por completo, también la depravación domine y tenga invadida la conciencia humana y ya esté en él apagada, la esperanza de una humanidad, por la vida en Cristo.

En esta época será, donde la misma especie humana estará manipulada y esclavizada por satanás. Sucederá al final de este mismo período, que la iglesia habrá terminando de pasar por la gran tribulación, en el mismo tiempo en que las fortalezas demoníacas, las llamadas estrellas, caerán. Ellas mismas son, las potencias y principados que se mantenían en los lugares celestes, en el tiempo de la gran batalla contra satanás, en el período, de la reunión de la iglesia en la tierra.

Con la ayuda de la bestia y el falso profeta; millares de hombres al servicio del mal, serán reunidos en uno solo cuerpo bestial, estos son los mismos que satanás usaba junto a las fortalezas del mal, en la época de la predicación del evangelio en el mundo, ellos son los poderes que se mantenían en los lugares celestiales, en los tiempos de la paciencia de Dios, para controlar al hombre caído, el mismo ser, de la perdición.

 “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,
en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia”. Efesios 2: 1, 2

Los hombres sensuales que se quedarán en el pecado y no aceptarán la salvación, una vez terminada la oportunidad de ser redimidos por Jesucristo; Durante la tribulación, se transformarán en la bestia, porque este período será la etapa final del tiempo del hombre en la tierra, unos como los hijos de Jesucristo y los otros como los abominables hombres de la perdición. Los que antes andaban en el trazado de la potestad del aire, en el poder del dragón, ellos serán la bestia.

Ahora la iglesia en este tiempo final, estará en plena consagración y santidad, preparada en el Señor, para ser raptada por Dios del mundo a los cielos, a la maravillosa ciudad celeste con Cristo, en el tiempo del milenio

En el tiempo, poco antes de la venida del Señor, la naturaleza de los hombres de la perdición; estará apartada por completo, del propósito inicial dado por Dios.

Ellos no verán ni observarán, ni podrán obrar, en su espacio y territorio natural de comportamiento, por haberse mutado de lo natural creado por Dios, a un mutante diabólico, sin principios en el propósito inicial de su humanidad; ahora si corrompido y desnaturalizado por el diablo.

En este tiempo del fin del mundo, los entes de perdición habrán perdido, todo vínculo o relación, con la formación natural y espiritual proporcionada por Dios al hombre, desde el tiempo de Adán.

La objetividad, de los hombres desviados de la naturaleza inicial, tendrá una estrecha unidad con los ángeles caídos, así los hombres de Gog y Magog, los perdidos en el período del milenio) serán habitación maligna. Como lo es un cáncer u otras enfermedades microscópicas, en el hombre natural. Estos mismos poseídos, no podrán morir, mas tendrán que ser morada de los mismos demonios, que antes invocaron.

La lucha feroz del cuerpo de Cristo, contra los principados del mal

“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. Efesios 6: 12.

Las fuerzas del mal, desde el tiempo del ser humano en la tierra, usaron de su influencia a través del engaño, para manipular a los pueblos, dirigiendo los hombres para sus propios propósitos malignos, de conquista y posesión. Así los demonios; tuvieron acceso a las gentes por sus debilidades, por sus brechas, las que fueron usadas por ellos, como alimento de depravación para satisfacer los deseos de los pecadores; males que les vinieron a los hombres por su ambición y corrupción, junto a sus deseos malvados e impulsos perversos, que los llevaron a una total y completa corrupción.

Los seres caídos usando la promiscuidad, dominaron los perversos y rebeldes; satisfaciendo sus impulsos malignos, creando en sus malos pensamientos, ideas, llenas de egoísmo y nefasta ganancia. Los demonios actúan en el mundo, entre los cinco sentidos humanos: por las ideologías, tendencias y falsas religiones, con nefastas consecuencias espirituales e inclinaciones destructivas en la naturaleza humana, todas estas, son doctrinas de demonios, donde el ser humano puede trascender fuera del tiempo natural, estos son invadidos, son como manipulados en cuanto duermen; o conscientemente, por vías místicas o religiosas paganas, como por filosofías o prácticas satánicas; también en donde existan entregas verbales o comportamentales, con rituales o expresiones, en las acciones conscientes del individuo. Por estos motivos, los poderes que actúan en los hombres, lo logran, ocultándose en ellos camuflados, como seres espirituales benignos, o cuerpos dogmáticos filosóficos y religiosos, en apariencia, como lógica verdadera.

Reflejan los poderes caídos, en los pueblos y también en forma individual, sus fuerzas como acciones diabólicas, manifestando imágenes en el carácter humano y traen al ser su perfil desde el abismo. Es así, como en la tierra se forma, día a día, la figura, como el retrato de satanás en los hombres; que viene siendo la misma humanidad poseída, la cual trasforma al hombre influenciado y poseído, en su propio caballo, el cual transporta al dragón y sus huestes, en todas sus operaciones; el mismo camina recorriendo la faz de la tierra asolada, como si fuera su trofeo de conquista.

En el tiempo del fin; el diablo y sus legiones cabalgarán en sus corceles, “los hombres”, por la tierra devastada; o sea, en los individuos, cuerpos bestiales, que ya habrán sido dominados y serán objetos de maldición, una vez concluidos los períodos del fin.

La revelación de Jesucristo, en sus siete iglesias pte 1

“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan,
que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.
Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca”. Apocalipsis 1: 1, 2, 3

Toda la profecía de la palabra de Dios, debería ser entendida con claridad y sabiduría por el lector y por sobre todo el creyente.

Ahora las palabras leídas en la biblia, pueden ser reveladas al hombre o no, por el santo Espíritu de Dios.

Con la gramática podemos entender, lo verbalmente escrito, más por el poder del Espíritu de Dios: comunicarnos personalmente con el Altísimo, inaccesible a través de cualquier poder natural, ahora sí, por el mismo Dios.

Explicación del autor, siervo de Dios 

Mi deseo no es escribir algo nuevo de lo que ya está escrito en la palabra de Dios, más sí, explicar mejor la revelación del Espíritu Santo; lo ya revelado, pero no entendido por muchos en profundidad.

“Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.
Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas”. Santiago 1: 17, 18

El testimonio de Jesús es el espíritu de profecía (Apocalipsis 19:10 C) que es don de Dios, por medio del Espíritu Santo.

Juan el apóstol y siervo de Dios, declaró y testificó siendo fiel en la palabra de Dios, junto al propio testimonio de Jesús; acontecimientos presentes y futuros. Juan los testificó para la iglesia de Jesucristo, el mismo Señor que anunció por su vida y sacrificio, que Dios es verdadero. Testificó lo que había de venir, lo mismo estaba siendo escrito por medio de la divina gracia de Dios y como instrumento de la revelación de los hechos presentes y los que deberían venir; serían inalterables en los tiempos debido a que, aquel, que subsiste en la eternidad, Jesús, está en el principio y en el fin de toda realidad.

Fe y tiempo de Dios

El tiempo de Dios se revela, cuando, el propio hombre creyendo, entra en santidad. Es breve el fin para aquel, que muriendo en la carne, resucita con Cristo en espíritu.

La iglesia es el cuerpo de Jesucristo en la tierra y lo será para la eternidad. Le ha dado vida el Espíritu de Dios, siendo el mismo que mora en todos los escogidos, el cual alimenta nuestras almas y las vivifica para la eternidad. El alma habitada por Dios, ya abandonó su cuerpo transitorio, con este, dominándola e impulsándola al pecado, y ella (el alma) en espera hasta la resurrección; contempla la futura gloria, a la cual está destinada.

Dejada la morada terrestre, esperamos la celestial

“Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.

Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial;

Pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos.

Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida”.  2 Corintios 5:1, 2, 3, 4

Cristo es el centro y Dios, de toda manifestación espiritual en el tiempo, en los cielos y en la tierra, en el presente y en el venidero.

“Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono;

y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,
y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén”. Apocalipsis 1: 4, 5, 6

El saludo dicho por medio de lo escrito en Apocalipsis capitulo uno, del verso cuatro al seis es; de parte del propio Espíritu de Dios, a las siete iglesias de Asia, siendo Juan el escriba.

El que es y era y ha de venir, es el presente mismo de todas las realidades que subsisten y prevalecerán por la eternidad. El propio que proyectó la creación verdadera en Él mismo, para la subsistencia de lo realmente eterno y vivo en su propósito inicial, proyectado en sí, para la gloria de la perfecta creación en su propio ser, con esto trayendo la alegría y la perfección en su santuario, que es su cuerpo, en sus hijos adoptivos, sus sacerdotes, ministradores en su templo, para gloria y honra de su santo nombre por siempre; en glorificación y adoración también por medio de los ángeles, los millares, adorando alrededor del monte Sion y de la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial.

 “Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,” Hebreos 12: 22

Los siete espíritus

El que es y era y ha de venir, es Jesús, el que ya vino y vendrá. Así mismo Él está en su Santo Espíritu, entre, y en su iglesia, las estrellas de Dios, los hombres en la eternidad en las manos de Dios; la misma iglesia es y será glorificada por Jesús, que pagó con su sangre, para que se encuentre para siempre delante de su trono.

“El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias”. Apocalipsis 1:20

Los ángeles de Dios en su mano, son las siete estrellas. Somos nosotros los predestinados y escogidos en tiempo y fuera de tiempo; vivificados como nuevas criaturas por el Espíritu Santo, que damos y daremos testimonio hoy y en la eternidad para siempre, de Jesús el Todopoderoso y bendito Señor de la luz inaccesible; ahora alcanzable por su bendita misericordia.

Estamos en su mano derecha, aquellos, que logramos la salvación y lo estaremos para siempre. Ya predestinados y fuera del tiempo, fuimos presentes con Cristo como revelación e instrumento para la glorificación de la iglesia y nombre de Jesús, por medio del Verbo, del Dios Padre Todopoderoso.

Los siete espíritus de Dios

El Espíritu Santo, es aquel que en el tiempo de la gracia, ha vivificado la iglesia del Señor en todos los ministerios en la tierra, en los hombres en santidad; los cuales han sido los ángeles mensajeros de la palabra, a todos los que hemos alcanzado la salvación. Los siete Espíritus de Dios, es el propio Dios en su Espíritu Santo, en las iglesias, en los siglos que se pasaron y en el tiempo que resta, esperando su gloriosa venida.

 “Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios”. Apocalipsis 4:5

Los siete espíritus de Dios y las siete lámparas, estos son el Espíritu Santo de las mismas siete iglesias, que son los siete candeleros, la esposa del cordero, su iglesia; la cual arde  con el Poder del Espíritu  Santo de Dios delante del trono, para gloria del Eterno y glorioso Señor Jesucristo.

Los ángeles de las siete iglesias son, en la iglesia, los mensajeros de Dios en su Evangelio, en el brillo del Espíritu de Dios; en el tiempo a través de los siglos. Si están en la mano de Jesús es porque son los santos que guiados por el Señor, actuaron conforme a la voluntad de Jesús y también serán parte en la eternidad, del propio cuerpo de Dios que es su iglesia y su templo.

Las lámparas delante del trono de Dios son la luz en las siete iglesias, que la iluminan en la llama del poder del Espíritu Santo, también los siete espíritus de Dios, es El Espíritu Santo omnipresente en los glorificados en la salvación, iluminados por el sol de la justicia, el Verbo de Dios.

Son siete espíritus de Dios, por ser ellos en la iglesia, un solo Espíritu, el del Señor. Siete espíritus son; por su presencia en las mismas almas de los sacerdotes escogidos de Dios; muchas almas habitadas, pero por un solo Espíritu, para servirlo y adorarlo para toda la eternidad.

El principio y el fin

“He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por Él. Sí, amén.
Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso”. Apocalipsis 1: 7, 8

Ho! Altísimo; tú que tienes la supremacía sobre todos y todas las cosas, a ti, todo honor y toda gloria; tú que estás allende de todos los cielos y que observas desde allí, desde tu trono, toda tu creación; la tierra y su universo, el cielo de los cielos y cielos que están arriba de los cielos.

“Alabadle, cielos de los cielos, Y las aguas que están sobre los cielos”.

“Alaben el nombre de Jehová; Porque Él mandó, y fueron creados”. Salmo 148: 4, 5

 Tu poder está sobre toda comprensión y entendimiento, todas las criaturas que creasteis son tuyas. Los cielos y la tierra te pertenecen, en ellos colocasteis las primicias de tu creación; los hombres, que vieron la luz cuando ella vino al mundo, los que no eran del mundo más sí, tuyos Señor Jesucristo.

Todos los santos marcados por tu Santísimo Espíritu, esperamos, en la esperanza misma de la salvación, somos los que veremos tu venida gloriosa, en poder.  Poder de Dios, de Jesucristo, nuestro Señor. El Señor viene con las nubes, que son sus ángeles, para hacer justicia y rescatar su iglesia del mundo.

Un ángel

¡El ángel, como una nube!; instrumento de la voz de Dios, baja a la tierra desde el cielo, trayendo el librito abierto, con los siete truenos, que son las siete voces, el mismo Espíritu de Dios hablando a sus profetas, los dos Testigos, de los misterios, para ser revelados en los tiempos finales, a la iglesia.

 “Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego”. Apocalipsis 10:1

El Ángel con sus ropajes espirituales, semejante a lo que son las nubes para ocultar el poder del sol, en su mayor fuerza para así disminuir su brillo y su poder, como su fuerza, para no consumir la existencia en la faz de la tierra; Así mismo los mensajeros de Dios, ocultan en parte con su cuerpo la plena gloria de Dios, para no destruir las cosas movibles y pasajeras.

El arco iris sobre la cabeza del mensajero, es la alianza de Dios con su iglesia, su rostro, la cual ilumina en reflejo la gloria del Verbo, es como la expresión de la voz de Dios. Sus pies como columnas de fuego: significan la dirección de Dios, a seguir en su mensaje.